Todo comenzó con una conversación sencilla y una curiosidad inesperada. Durante un día de buceo, hablábamos sobre tener una mascota. Mientras ella soñaba con un perro, yo pensaba en algo más sostenible. Le propuse tener un pez, lo que despertó su curiosidad y la llevó a investigar sobre acuarios. En esa búsqueda, encontró un video sobre acuaponía: un sistema que une peces y plantas en un ciclo natural y eficiente. Cuando me lo mostró, algo hizo clic. Ella no estaba trabajando en ese momento y yo tenía el deseo de invertir en algo que tuviera propósito e impacto en sostenibilidad. Le propuse iniciar un proyecto acuapónico juntos. Así nació acualuz, como una idea compartida, nacida del amor, la curiosidad y el compromiso por una forma distinta de producir alimentos. Hoy, ese pequeño impulso inicial se ha transformado en una granja acuapónica viva, resiliente y sostenible que alimenta a familias con productos frescos y limpios. Esta historia es un recordatorio de que los grandes cambios pueden empezar con una simple pregunta… o con un pez.